Las microalgas marinas se han convertido, por su capacidad
para retirar CO2 de la atmósfera, en un arma para luchar
contra el cambio climático, una aplicación que, entre otras,
como la acuicultura o la farmacia, se investiga en el Instituto
de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC). Este centro,
ubicado en Cádiz, sur de España, acoge la mayor colección
de microalgas en ese país, con más de 300 cepas, tanto
autóctonas como foráneas, según ha explicó su directora,
María del Carmen Sarasquete.
Las microalgas son fundamentales en el estudio del cambio
climático, ya que son un elemento amortiguador de la
acumulación del CO2 atmosférico. Se trata de microorganismos
aislados del fitoplancton (primer eslabón de la cadena trófica),
que generalmente se conservan en cultivo, y se utilizan para
estudios en laboratorio o aplicaciones biotecnológicas de
provecho para el hombre.
Como cualquier organismo fotosintético, las microalgas retiran
CO2 de la atmósfera produciendo oxígeno, lo que tiene grandes
aplicaciones en la investigación para la protección del
medioambiente y la búsqueda de nuevas formas de energía
como el biodiesel.
Según el Diario de León, también tiene aplicaciones en medicina,
cosmética y alimentación, entre otros muchos ámbitos, ha añadido
por su parte, la investigadora Ana García, quien realiza en el
ICMAN una tesis doctoral sobre la aplicación de las microalgas
para el cambio climático.
Su investigación se basa en un fotobiorreactor para crear la mayor
biomasa posible a partir de microalgas de varias cepas en distintas
condiciones de luz para que incorporen la cantidad máxima de CO2.
Alrededor de una semana es el tiempo aproximado para que las
microalgas cultivadas en el laboratorio se conviertan en sustento
para los organismos ubicados en el peldaño siguiente de la cadena
trófica, el zooplancton.
El cultivo en laboratorio del fitoplancton como sustento del zooplancton
abre importantes vías también en la investigación para la búsqueda
de soluciones al problema de la sobrepesca en el mundo. Con ese
objetivo, el ICMAN, un centro pionero a nivel mundial en reproducción
artificial y cultivo de peces, "desarrolla en sus instalaciones
experimentos para simular las condiciones del océano", según ha
explicado Sarasquete.
Estas técnicas garantizan una seguridad absoluta en el consumo de
estos animales, dado que son obligatorios los controles exhaustivos
por ley, ha precisado la directora del centro, que estima que hoy en
día entre el 60 y el 70 por ciento del pescado que se consume
procede de acuicultura.
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